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Comunidades de Servicio

Cuando los adeptos Episcopales renuevan sus votos de bautizo, prometen actuar en el nombre de Dios al servicio de los necesitados. Prometen “servir a Cristo en toda persona, amando a su prójimo como a sí mismos”. Ahora bien si esto realmente llega a suceder es otra historia. ¿Cómo es que servimos? En la Iglesia de Futuro, el servicio será una prioridad, ya que aprenderemos que el futuro de la Iglesia depende de nuestra habilidad para conectarnos y formar alianzas con las comunidades que nos rodean. En el futuro, el servicio ministerial deberá enfocarse en mejorar el valor intrínseco de los individuos, su comunidad y el contexto geográfico en el cual viven.

Juan el Bautista creía que el espíritu de predicar el Evangelio podría ser resumido de esta manera: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene” (Lucas 3:11). Nosotros estamos llamados a hacer el trabajo del Señor al brindar gracia y amor a través del servicio a nuestras comunidades. En la Biblia, Jesús frecuentemente habla acerca del necesitado y deja claro que aquellos que decidan seguirlo, habrán de involucrarse en el servicio de velar por las ovejas que no tienen pastor. Se nos recuerda en los Evangelios que somos responsables de transforma al mundo que nos rodea y a la gente que impacta nuestras vidas directamente. Esto va más allá de ver a los ricos cuidando de los pobres y a la caridad como un simple acto de dar; todas las ovejas son nuestra responsabilidad. Creemos que nuestro trabajo debe generar cambio donde hay problemas sociales y que debemos estar comprometidos con la sostenibilidad de los recursos que nos han sido dados por Dios.

El futuro de la Iglesia practicará y se involucrará de manera diferente con el servicio. La caridad a la que nos hemos venido acostumbrando, frecuentemente deja a la gente atorada en sus circunstancias. En lugar de ello debemos involucrarnos más directamente con la salud y vitalidad de nuestras comunidades. Como pasa con frecuencia, las iglesias deciden a quién quieren ayudar sin contar con retroalimentación de los que están recibiendo el apoyo. La Iglesia del futuro buscará participación directa de las comunidades para las cuales desea trabajar descubriendo así, de primera mano, los problemas que les aquejan. Contrario a pensar que la iglesia sabe lo que las comunidades quieren y necesitan. Al hacer esto crearán una alianza con las comunidades y esto con el tiempo se convertirá en una relación sostenible y fructífera. (Aquí contamos con información disponible de La Diócesis de Texas).

Para cumplir con los objetivos de la Iglesia del futuro, primero debemos comenzar por invertir en el desarrollo de capacidades. Y aún cuando eso suena rimbombante, es solo una manera elegante de decir que debemos priorizar nuestras conexiones con las congregaciones locales y socios pertenecientes la comunidad, todo esto fuera de la iglesia. Las congregaciones locales deben trabajar con su comunidad directamente para crear una visión común que aborde y se adhiera a todos los servicios necesarios.

A medida que trabajamos en el desarrollo de capacidades, simultáneamente debemos considerar nuevas formas de alcanzar objetivos que tengamos en común con las comunidades aledañas. Mientras las congregaciones locales trabajan con organizaciones vecinas para integrar su ministerio, un impacto directo se manifiesta en el objetivo de crear alianzas. La congregación local continuará cultivando sus relaciones, entrenando y creando nuevos lideres que puedan continuar el trabajo y servicio una vez que haya pasado la etapa del establecimiento. Los días de invertir brevemente y una sola vez en la edificación de una comunidad, han concluido.

Para que este tipo de servicio tenga efectos duraderos, un nivel de autosuficiencia debe ser establecido. Esto significa que el servicio ministerial se organiza a sí mismo de manera exitosa, que las conversaciones son fructíferas e instituyen nuevas metas y que las relaciones son a largo plazo y bien definidas. Debe ser una colaboración real entre iglesia, comunidad y clientes.

Es importante recordar que formar parte del ministerio de servicio no es estar en el ministerio de redistribución, sino contar con la mentalidad de construir relaciones. Los intercambios que hacemos no habrán de ser monetarios únicamente sino también de historias. La iglesia está llamada a ir a proclamar las Buenas Nuevas en más formas que solo usando palabras. Estamos llamados a servir en el campo misionero que se ubica en nuestro propio vecindario, dejar las bancas de la iglesia, presentarnos con los vecinos de la comunidad e involucrarnos en conversaciones que conlleven a la planificación y estrategias. Tenemos la oportunidad de ser los mejores socios de nuestros vecinos, porque como iglesia reconocemos sus batallas como lo haría Cristo mismo.


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